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Posted by : Oculus jueves, 15 de septiembre de 2016



LA CASA DE LOS CRÍMENES


Con 134 años de existencia, tres plantas más el bajo y el peso de ocho asesinatos entre sus muros, nos encontramos en el número 3 de la calle de Antonio Grilo, en el castizo barrio de Malasaña en la capital de España. Se la conoce como la casa maldita, y no es para menos. 


La pequeña calle, que nace en la de San Bernardo, y acaba en el Mercado de los Mostenses, apenas tiene unos 40 metros, es bastante estrecha y en medio se encuentra la casa maldita. 


El inquilino que vive en la misma planta del último crimen descrito, la primera, asegura  que ahora, es una zona tranquila, aunque antiguamente no ocurría lo mismo. Los  periódicos dejan constancia de hechos sangrientos en la mayoría de las décadas: accidentes de motocicleta, ajustes de cuentas, suicidios, atropellos de tranvía e incluso un hombre degollado en 1915 justo al lado de la entrada a la casa maldita.


Durante  julio de 1909  una mujer en silla de ruedas, lanzó lo que hoy se denomina un coctel molotov a la amante de su esposo, al encontrarlos en la cama. En 1911 un individuo que vestía capa y gorra, se acercó a dos hermanos y atacó al mayor tapándole la cara con un pañuelo empapado en cloroformo, para robarle la ropa.


Con el mal acechando el lugar, no es difícil pensar que algo se pudo quedar impregnado en el vetusto edificio y que tras abrir la vieja puerta de madera, al entrar en el vestíbulo con los buzones a la derecha, se nos muestra la entrada de dos viviendas.


En la de la derecha, es donde el camisero, Felipe de la Braña Marcos fue hallado muerto de un golpe en la cabeza sobre su cama y con un mechón de pelo del asesino en su mano derecha, el 8 de mayo de 1945.





La escalera nos lleva a la primera planta, donde en uno de sus extremos, se encuentra el piso en el que en abril de 1964, una mujer estranguló a su recién nacido para ocultar su deshonra de madre joven y soltera. Envolvió al bebe en una toalla y lo metió en un cajón. Su hermana lo encontró tres días después. 


El sastre José María Ruiz Martínez, de 48 años que vivía en el 3º D,  llamó a la policía el 1 de Mayo de 1962 avisando de que acababa de matar a su familia, pero negándose a ofrecer su dirección. Cuando los agentes llegaron al lugar, tras localizar la llamada, entablaron conversación, separados por la puerta del piso, con el sastre quien contestó que solamente se la abriría a un padre carmelita, ya que todos los de su familia descansaban felices.


La Policía, recogió a un  religioso y lo llevó a un balcón del edificio de enfrente. El sastre ataviado con  un pijama envuelto en sangre, no dudó en mostrar los cadáveres mutilados de tres de sus cinco hijos muertos. Más tarde, desde dentro de la casa, se oyó un tiro.


Los policías  encontraron a la esposa muerta en el suelo del dormitorio. A los pies de la cama y metida en su cuna una niña de 2 años degollada. En el cuarto de baño, otra hija, de 14 años,  con un tiro en la garganta. En otra habitación, sobre la cama, la niña de 12 años muerta, y en otro cuarto, dos niños, uno de 10 con el cuello cortado, y otro de 5, muerto de un tiro.


Una zona, una calle, un edificio donde moraba el mal en todas sus expresiones. Quién sabe si en la actualidad sigue en las entrañas del lugar…

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