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Posted by : Oculus sábado, 15 de agosto de 2015



El Sillón del Diablo

El Sillón del Diablo que concede el saber o roba la vida



El Sillón del Diablo pasaría desapercibido en la sala 14 del Museo de Valladolid, entre el resto del mobiliario del siglo XVI, si no fuera por la leyenda maldita que descansa sobre él. Hoy una cinta de seda disuade de sentarse a los visitantes, pero en otro tiempo llegó a estar colgado en un rincón de la sacristía de la Capilla Universitaria, fijado a la pared a una respetable altura y boca abajo, para que nadie cometiera la misma imprudencia que los dos infelices bedeles que aparecieron muertos entre sus brazos.




Este objeto maldito posee poderes maléficos para las personas que se sientan en él.

Consta desde el año 1548, cuando se crea en la Universidad de Valladolid la primera cátedra de anatomía de España, impartida por Alonso Rodríguez de Guevara, prestigioso cirujano granadino impartió durante 20 meses en un aula de la universidad sus lecciones, que incluían la disección y estudio anatómico de cadáveres procedentes del Hospital de Corte y del de la Resurrección.

Allí tomó lecciones un oscuro personaje, Andrés de Proaza un médico reputado en su ejercicio profesional como hombre que realizaba notables curaciones, era licenciado, pero con aspiraciones a sacarse la cátedra, pero tenia varios lastres, era de origen judío, tenia pigmentos moriscos y le acusaban de nigromancia.

Vivía en la calle Esgueva y la trasera daba ala actual calle de la Solanilla y decían que en el sótano de esa casa en noches cerradas se veían luces sobrenaturales, se oían gemidos y llantos e incluso en algunas ocasiones las aguas del río Esgueva se teñían de rojo como si se hubiese vertido sangre en ella.

Andrés no se conformó con sus enseñanzas de la Universidad de Valladolid y en el sótano de la casa practico con un niño la vivisección, junto el cuerpo de éste fue sorprendido por las autoridades de la ciudad, siendo arrestado y llevado a juicio. Fue una cusa judicial marcada a fuego en la memoria de los vallisoletanos. La Inquisición le tomó y le sometió a tormento y Andrés confiesa que tiene un pacto con el Diablo a través de este sillón, que estaba en su casa, el se sentaba en él y tenía toda la ciencia y conocimiento de la medicina.

Fue condenado a la horca y su sillón junto con el resto de sus muebles fueron expuestos en pública subasta, pero nadie se atrevió a comprarlos por la fama de nigromante.

Así el sillón bendecido por el mismísimo Diablo pasó a formar parte de los almacenes de la Universidad de Valladolid, hasta que unos trágicos hechos ocurridos años más tarde pusieron en relieve su maldición.

Según la leyenda sigue teniendo algo maligno dentro de el, porque las dos personas que se sentaron en el murieron entre el primer y tercer día.

Si te sientas en él pueden pasar dos cosas, que el diablo te acepte y adquieras una especie de ciencia infusa y el saber universal o bien que no te acepte y mueras.

  


Los que recientemente se han sentado en este sillón no se han muerto, pero no les ha ido nada bien en la vida, por lo que este sillón sigue conservando una cierta maldad y nadie quiere probarlo.


 
Es una inquietante realidad que tras la muerte de los trabajadores de la Universidad, el sillón fue condenado a estar boca abajo colgado del techo dentro de la capilla del campus, como si fuese un castigo para toda la eternidad.

Actualmente se encuentra en la sala 14 del Museo Provincial de Valladolid.




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