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Oculus
miércoles, 17 de agosto de 2016
LA CASA DE LOS BAYÓN
El Rayán es una casona
perteneciente al Concejo de Aller, a la parroquia de Moreda particularmente.
Bonito y acogedor pueblo
asturiano, enclavado en la sierra del Áramo, donde se trasladó la familia
Bayón desde la localidad leonesa de Camplongo, para trabajar en la mina en
pleno auge, a principios del siglo XX y que contaba con unos 50 vecinos, muy
distinto a hoy día, ya que sólo quedan diez habitantes registrados y en pie
seis edificaciones.
Todo comenzó en 1915 a raíz del nacimiento
de Juan, decimotercer hijo de Eusebio Bayón y Concepción González. Una noche,
el llanto del niño despertó a su madre,
quien acudió hasta su habitación y se
quedó paralizada por el miedo. La cuna se estaba moviendo violentamente mecida
por manos invisibles. Todas las noches ocurría los mismo llevando a la
desesperación a la familia quien decide contar al pueblo lo que estaba
ocurriendo en su casa, llegando a temer por la vida de su hijo.
En una ocasión un amigo de la
familia acudió para intentar sujetar la cuna, pero los movimientos eran de tal
violencia que desplazó ésta varios metros y acabó tirando al pobre hombre al
suelo.
A partir de aquí, los fenómenos
se multiplicaron, ocurriendo siempre en la noche y solían durar desde la una hasta
las cuatro de la madrugada. Se escuchaban
grandes golpes en las paredes y puertas de la casa sin motivo aparente seguidos
de lamentaciones y quejidos. Las luces se encendían y apagaban solas y en el
desván se sentía el arrastrar de cadenas.
Los fenómenos cada día iban a más
y en ocasiones eran tan fuertes que muchos de los objetos que había almacenados
en el desván, aparecían en el segundo piso de la vivienda. La aparición de
piedras en la casa que caían sin que hubiese ningún cristal roto también
causaba pavor a aquellas pobres gentes. Pero sin duda uno de los fenómenos que
más miedo les dio a Concepción y su hija Soledad, fue el movimiento
de un crucifijo, que se alzó en el aire pared contra pared.
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Felicita Bayón sujetando el
retrato de su madre y de su abuela
|
En la habitación en donde estaba
la cuna con el pequeño Juan, Concepción tenía una cómoda, siempre cerrada con
llave, llena de rosarios y escapularios. A veces cuando Concepción iba a ver al
niño se encontraba éstos sobre el bebé formando una cruz o colgando de sus
orejas, según recuerda una de las nietas del matrimonio, Felicita Bayón, que fue
testigo de los hechos a pesar de su corta edad y que pudo ser entrevistada por
Grupo Gaipo hace unos años.
Todo el pueblo y alrededores eran
testigos de los ruidos de “la casa del miedo”. Incluso la Guardia Civil
visitaba el lugar de vez en cuando, montaban guardia delante de la casa y
salían despavoridos.” En otra ocasión, descubrieron que la cuna del pequeño
estaba boca abajo con el bebe durmiendo plácidamente, desafiando las leyes de
la física.
Nadie sabía cómo se podía dar fin
al fenómeno. La prensa se hizo eco de los sucesos y muchos grupos espiritas de
entonces se desplazaron a la casa del miedo. Realizaron todo tipo de rituales
extraños pero al igual que los rezos de los curas de largas sotanas, que no
dieron el resultado deseado.
Una noche Concepción de repente
se despertó y levantándose de la cama salió de la habitación. Su marido
asustado, encendió una vela y le preguntó qué es lo que pasaba y Concepción le
dijo que alguien la llamaba desde la otra habitación y que debía ir sola y así
acabar con los fenómenos que estaban atormentando a la familia.
Al entrar en la habitación del
pequeño se encontró una especie de figura humana translucida que le dijo que se
arrodillara…. Allí permaneció Concepción durante bastante tiempo. Incluso llegó
a perder el conocimiento y fue encontrada por su marido quien alarmado por su
tardanza, se armó de valor y fue en su busca. Tras reanimarla, le dijo a su
marido que no podía decir nada de lo sucedido en la habitación, si no,
volvieran a ocurrir los fenómenos con mayor violencia si cabe. Sólo contaría de
lo ocurrido que tenía que volver a Camplongo (León) para realizar unas misas y
encender unas velas.
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Retrato de Concepción
|
Cumplió su promesa y los
fenómenos cesaron de repente. Hubo quien achacó el origen de los sucesos a unas
misas que su hermana Catalina pidió en su última voluntad y no se realizaron. Concepción se llevó el
secreto de aquella conversación y de lo que pasó en aquella habitación a la tumba
a los 103 años de edad. Nunca reveló nada de lo sucedido.
En cambio, el pequeño Juan siguió
siendo objeto de pequeños “incidentes” paranormales durante toda su vida,
tirones de pelo, movimiento de objetos etc…. Siendo así, la prueba viviente de
lo sucedido en aquella casa, siendo el protagonista de “El Miedo del Rayán”.